Hace años, un nuevo amigo y yo paseábamos cerca de los apartamentos de los matrimonios de nuestro campus universitario. Las cortinas de uno de los apartamentos estaban abiertas y nos asomamos.
El concepto del juicio de Dios me inquieta a mí y a la mayoría de los cristianos que conozco. Una razón de nuestra incomodidad es que suponemos que Dios juzga como nosotros.
En el libro de C.S. Lewis, Las cartas de Screwtape, vemos un diálogo entre Screwtape, un demonio superior al servicio de Satanás, y su sobrino, Ajenjo.