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¿Alguna vez te has enfadado y luego te has dado cuenta de que en realidad se trataba de algo más profundo? La ira suele ser una emoción secundaria, que revela una tristeza, una decepción o un agravio subyacentes. En Juan 2, vemos que Jesús se enfada y no lo oculta. Él voltea las mesas en el templo después de ver la casa de culto convertida en un mercado. Entonces, ¿cómo desempacar tu enojo, sentirlo y expresarlo de una manera que no dañe a los demás ni a ti mismo? Jesús nos lo enseña.