"Necesito que reces por mí". Un correo electrónico de siete palabras que cambió mi vida para siempre. Momentos antes, había estado acurrucada en el suelo de mi estudio, llorando, sola y contemplando el final...
¿A quién no le gusta una buena fiesta? Las fiestas son una forma maravillosa de celebrar un logro. El objetivo de una fiesta es reunir a la gente, compartir una experiencia y construir un recuerdo.
El novelista estadounidense Ernest Hemingway escribió una historia sobre un padre y su hijo adolescente. En la historia, la relación se había vuelto algo tensa y el hijo adolescente se escapaba de casa.
Mis padres están divorciados y se han vuelto a casar. Es parte de mi historia, y me guste o no, esta realidad afecta a mi manera de encontrarme con la parábola del hijo pródigo de Jesús.
Antes de que mi marido y yo tuviéramos hijos, decidimos una lista de valores familiares que queríamos que definieran nuestra crianza y la cultura de nuestra familia.
"Siento mucho llegar tarde..." Le dije a mi amiga sin aliento mientras me acercaba a nuestra mesa en la cafetería. Continué con una letanía de excusas que provocaron mi tardanza.