Bienaventurados los pacificadores

Mark Pulsifer, Escritor Voluntario, South Barrington | 23 de enero de 2025

Mis queridos hermanos y hermanas, tomen nota de esto: Todos debemos ser prontos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarnos, porque la ira humana no produce la justicia que Dios desea.
Santiago 1:19-20

El hombre iracundo provoca contiendas, pero el que tarda en airarse y es paciente calma las disputas.
Proverbios 15:18


Hay tantas cosas que nos provocan ira, y parecen ir en aumento. Las agendas sobrecargadas, el trabajo exigente, los hijos rebeldes, los interminables ciclos de noticias manipuladoras diseñadas para enfadar y alterar a la gente, las redes sociales, la política, las pandemias, las guerras y los rumores de guerra, la inflación, la falta de sueño y la persona que conduce delante de mí con un pie en el acelerador y el otro en el freno. Gracias a Dios que, a diferencia de mí -quizá de ti también-, Él es lento para la ira. De lo contrario, todos habríamos sido vaporizados o abandonados hace mucho tiempo.

Cuando de todo corazón entregué mi vida a Jesús hace tantos años, no tenía idea de lo desafiante y difícil que podría ser seguirlo y aprender a ser más como Él. Recuerdo claramente cuando iba en mi auto y Dios me advirtió sobre la ira y la necesidad de orar siempre si quería tener éxito en seguirlo y crecer en el carácter de Jesús. Su Palabra profética continúa guiándome.

 Parece que en todas las áreas de mi vida, siempre hay un estímulo demoníaco para insistir en los males que me han hecho, tanto reales como imaginarios. A menudo es tentador pensar negativamente sobre la gente que me rodea, lo cual es un hábito en el que es fácil caer y que puede hacer que pase el día con un estado de fondo de irritabilidad e ira. 

Afortunadamente, he aprendido a manejar este poderoso y natural sentimiento humano para que sea útil, productivo y protector. Es a través de una larga obediencia en la misma dirección de caminar con Jesús cada día. Cuando alguien o algo me enfada, pido a Dios que esté presente en la situación y me dé una visión de la otra persona, así como de mi contribución a la situación. Y lo que es más importante, he aprendido que normalmente no necesito responder inmediatamente, así que no lo hago. Confiar en que el Espíritu Santo lo ha previsto todo y está presente me ayuda a resolver lo que me ha provocado. No me he dominado de tal manera que responda consistentemente en rectitud (comportamiento correcto; relación correcta) cada vez, pero al continuar caminando y hablando con Jesús, usualmente estoy en paz, ayudando así a otros a vivir también en paz. Tener mas autocontrol y una sanidad mas profunda me ayuda a evitar que las cosas se intensifiquen. Puede que incluso la otra persona o personas vislumbren a Jesús.

Próximos pasos

Hoy, pídele a Dios que te llene de Su paz y que te ayude con tus propios desencadenantes de ira. Aquí hay algunas cosas que he encontrado que ayudan a lidiar con la ira:

  1. Practica la oración honesta y directa con Dios, compartiendo tus sentimientos crudos y sin filtro: buenos, malos o desagradables. Busca un salmo que exprese ira y ora con él a Dios, luego pregúntale cómo manejaría Él la situación. Escucha su respuesta.
  2. Considera la posibilidad de leer el libro de discipulado Una larga obediencia en la misma dirección de Eugene Peterson.
  3. Trata de empezar un diario donde puedas escribir tu dolor y enojo sin filtro y tus oraciones a Dios. Esto puede ser útil para convertirte en una persona llena del Espíritu y lenta para la ira.