¡Date prisa y espera!
Kristyn Berry, redactora voluntaria, Crystal Lake | 30 de diciembre de 2024
Entonces el Señor le dijo: "Ten por cierto que durante cuatrocientos años tus descendientes serán extranjeros en un país que no es el suyo y que allí serán esclavizados y maltratados. Pero castigaré a la nación a la que sirvan como esclavos, y después saldrán con grandes posesiones."
Génesis 15:13-14
Mientras cenaba con un amigo la otra noche, empezamos a reflexionar sobre otro año, que aparentemente pasó volando. A medida que nuestra conversación se hacía más profunda, nos encontramos hablando del tiempo de Dios. Mi amiga había asistido recientemente al funeral del padre de su amiga. En los muchos relatos de su fe en Dios, una cosa de la que siempre había estado seguro era que el tiempo de Dios siempre era perfecto. No importaba la prueba o la tribulación -y no le faltaron-, su fe en que Dios lo resolvería era infalible. A menudo citaba la historia de Job y compartía su fe en que, afrontara lo que afrontara, Dios iba a sacarle adelante. Ambos estábamos de acuerdo en que los testimonios que escuchaba eran un hermoso testamento de una vida bien vivida.
Como cristianos, una faceta de nuestra fe es confiar en el tiempo divino de Dios. Pero a veces es más fácil decirlo que hacerlo. Este último año, muchas de mis oraciones han quedado sin respuesta. Algunos días mi mente se tambalea: "¿Estoy rezando correctamente? ¿Me estoy perdiendo algo? ¿Cuánto tiempo pretende Él que permanezca en la lucha?". ¿Te sientes identificado? ¿También te has hecho estas preguntas en tus momentos de lucha?
El pasaje de hoy, y la conversación divinamente programada con mi amigo, me recordaron que experimentaremos luchas en un momento u otro. A veces, las luchas pueden durar unos momentos, y a veces, como en la historia de Abraham en nuestro pasaje de hoy, pueden durar 400 años. De acuerdo, no literalmente tanto tiempo, ¡pero puede parecerlo!
Cuando profundizamos en las historias de Abraham, Job, José e incluso Jesús, ellos comparten sus luchas y se apoyan en sus seres queridos. Utilizan sus desafíos como testimonio de que Dios se asegurará de que acaben en el lado correcto de la historia. Dios está a nuestro lado en cada momento de nuestra lucha, y cuando permanecemos fieles, nos muestra el camino y cómo su plan perfecto estaba destinado a prosperar todo el tiempo.
Cuando miro hacia atrás y veo todo lo que he aprendido mientras esperaba que Dios obrara a través de mis oraciones, he aprendido que la paciencia es una práctica y ayuda a construir un carácter fuerte. He aprendido a rezar sin cesar y a mantenerme firme en mi fe de que Dios obrará para bien. Por último, he aprendido que si no es bueno, es que Dios aún no lo ha hecho.
Próximos pasos
Reza hoy conmigo esta oración:
Querido Padre Celestial,
Hoy acudo a Ti con un corazón fiel y agradecido. En este tiempo de incertidumbre y dificultades, Tu promesa de prosperarme permanece firme. Ayúdame a recordar que Tú ves el panorama general y lo has trazado para mí. Sólo necesito seguir y tener fe en Tu guía. Te pido paciencia, fortaleza y sabiduría para sortear estos desafíos de acuerdo con Tu voluntad. Gracias por caminar a mi lado hacia un futuro mejor. En el precioso nombre de Jesús, Amén.