Irradia amor.
Mary Olsen, escritora voluntaria, South Barrington | 29 de noviembre de 2024
Mientras Jesús cenaba en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores vinieron a comer con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos preguntaron a sus discípulos: "¿Por qué come vuestro maestro con publicanos y pecadores?". Al oír esto, Jesús les dijo: "No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. Pero id y aprended lo que esto significa: 'Misericordia quiero y no sacrificios'. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores".
Mateo 9:10-13
Como profesora de matemáticas, fui a un taller de varios días para un nuevo programa de estudios. La presentadora nos pidió que nos reuniéramos alrededor para poder hacer una demostración de un proyecto del programa. No tenía bien dispuesto el espacio, y cuando mi colega y yo llegamos a la zona, no había sitio para ver. En lugar de abrirnos paso entre la multitud, dimos un paso atrás y comenzamos un debate tranquilo y serio sobre la aplicación de esta nueva técnica en nuestras aulas.
Cuando los educadores volvieron a sentarse, el presentador nos regañó a los dos delante de todo el grupo por no participar. Sinceramente, después de aquello me desconecté mentalmente. Perdí el respeto por la presentadora y no pude prestar atención a nada de lo que dijo. Lo que más aprendí aquella mañana fue a no hacer sentir a mis alumnos lo que yo sentí. En lugar de retar a un alumno desde la parte delantera de la clase, me acerco a él en silencio y le pregunto amablemente si puedo ayudarle a empezar. Su respuesta suele ser favorable, y están dispuestos a seguir aprendiendo de mí. La proximidad importa.
Aplicando esto fuera del aula, he entablado amistad intencionadamente con personas de diferentes orígenes, culturas y creencias, o sin ninguna fe. Siento curiosidad y hago preguntas sobre sus tradiciones, creencias y culturas. Les muestro respeto intencionadamente y nunca quiero que se sientan despreciados. Tampoco quiero que se sientan insultados, porque entonces mi testimonio fracasaría. Construir una relación es un proceso lento, pero respetar a alguien significa dedicarle tiempo para conocerlo.
Jesús fue un ejemplo brillante de acogida cálida y amorosa. No predicó con condescendencia a los "pecadores". Por el contrario, se sentó y comió con ellos. Se tomaba tiempo para socializar con ellos. Los defendió ante la élite religiosa. Las multitudes se sentían atraídas por Jesús porque irradiaba misericordia y amor. Nosotros estamos llamados a hacer lo mismo: irradiar amor para que la gente se sienta atraída por la luz.
Próximos pasos
A veces, un ejercicio divertido es ponerse en el lugar de cada personaje de la historia. ¿Cómo te sentirías si fueras el anfitrión de la fiesta? ¿Los "pecadores" invitados? ¿Los discípulos de Jesús? ¿Los fariseos? ¿Con quién te identificas más? ¿Por qué? ¿Quién quieres ser?