¿Dónde debo sentarme?

Dan Lovaglia, Pastor del Campamento Paradise | 21 de octubre de 2024

"Cuando alguien te invite a un banquete de bodas, no ocupes el lugar de honor, pues puede haber sido invitada una persona más distinguida que tú. Si es así, vendrá el anfitrión que os invitó a los dos y os dirá: 'Cededle el sitio a esta persona'. Entonces, humillado, tendrás que ocupar el lugar menos importante. Pero cuando te inviten, ocupa el lugar más bajo, para que cuando venga tu anfitrión te diga: 'Amigo, pasa a un lugar mejor'. Entonces serás honrado en presencia de todos los demás invitados. Porque todos los que se enaltecen serán humillados, y los que se humillan serán enaltecidos."
Lucas 14:8-11


"No sabía dónde sentarme en la recepción de la boda. Así que me senté en la mesa principal".

¿Te imaginas haciendo esto? ¿Te imaginas a otra persona haciendo esto?

Probablemente conozcas a una persona que se tiene más en cuenta de lo que debería. Están convencidas hasta la médula de que son más inteligentes, más atractivas, más dotadas, más realizadas, más ricas, más lo que sea y, en definitiva, más merecedoras que cualquiera de los presentes. Aunque algo de esto sea cierto, no les da luz verde para reclamar un lugar de honor que pertenece a otra persona.

En el pasaje de hoy, Jesús está cenando en casa de un distinguido líder espiritual. Se encoge de hombros cuando los invitados se disputan la mesa principal, ignorando su comportamiento o las intenciones del anfitrión. Como el único en la sala digno de sentarse en cualquier sitio, es impresionante que el Hijo de Dios aborde con gracia lo que está sucediendo a plena vista y bajo la superficie. En lugar de señalar con el dedo y avergonzar públicamente a los culpables arrogantes, Jesús presenta un caso práctico que llega al corazón. Su desafío a los líderes (y seguidores) en Lucas 14:8-11 no es una lección de etiqueta en la recepción. Jesús nos pone sobre la mesa cómo funcionan la humildad y el honor en la casa de Dios.

Hay momentos apropiados para el reconocimiento, pero nunca es el papel de la persona reconocida presumir y exigir atención. Jesús enseñó y modeló consistentemente la humildad que lleva al honor, no viceversa. Ese honor puede o no estar a la vista de todo el mundo. Las personas más influyentes lideran sacrificándose y sirviendo, no autopromocionándose y conservando su estatus. Y eso es una prueba de realidad para todos nosotros.

La próxima vez que no sepas dónde sentarte, espera pacientemente, pregunta con humildad u ocupa el lugar más bajo.

Próximos pasos

¿Qué te molesta más, ver a alguien sentado en un lugar prominente sin permiso o que no te lleven a un asiento mejor para ti? Aunque ninguna de las dos cosas te moleste, deja que tu corazón reflexione sobre el pasaje de hoy. Luego, escribe una oración sobre tu deseo de vivir el camino de Dios de humildad y honor en casa, en el trabajo, en la iglesia, en la escuela o incluso en una próxima boda.