Hay dos íes en la ambición

Dan Lovaglia, Pastor del Campamento Paradise | 30 de octubre de 2024

Porque donde hay envidia y ambición egoísta, allí hay desorden y toda práctica perversa. Pero la sabiduría que viene del cielo es, ante todo, pura; luego, pacífica, considerada, sumisa, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial y sincera. Los pacíficos que siembran en paz recogen una cosecha de justicia.
Santiago 3:16-18


Alguna vez habrás oído decir que no hay un "yo" en un equipo. Es un simple recordatorio para cualquiera que tenga un ego exagerado o motivos egocéntricos. Todos tenemos dones y habilidades diferentes. Todos tenemos pasiones y objetivos distintos. Todos asumimos distintos niveles de responsabilidad. Puede que haya un líder designado que sea responsable en última instancia, pero al final, subimos y bajamos juntos. Esto es cierto en la vida, y debería reflejarse en el cuerpo de Cristo, la Iglesia.

Así como no hay un "yo" en equipo, el hermanastro de Jesús, Santiago, nos recuerda que hay dos "yoes" en la ambición. Creció en primera fila del ministerio de Cristo. Guiado por el Espíritu Santo y afirmado en su experiencia, el autor de Santiago 3:16-18 señala la naturaleza cáustica de la envidia amarga y la ambición egoísta. La palabra griega para desorden, akatastasia, refleja la anarquía y la agitación política, que tristemente habían impregnado algunas comunidades eclesiásticas. Santiago instruye a los seguidores de Jesús para que se mantengan alejados de esto y ambicionen la pureza y la paz piadosas, una búsqueda que siempre implica a más de una persona.

Los equipos, las familias, las iglesias y las sociedades fragmentadas por el egoísmo desembocan en el caos. Este tipo de desorden es repulsivamente destructivo, y Dios nos hace saber que hay un modo de evitarlo. Los pacificadores valientes allanan ambiciosamente el camino hacia la unidad con humildad y amabilidad. Es una manera mucho más sabia de vivir, porque la pacificación planta semillas que prometen recoger una cosecha santa. ¿Qué persona sana no desea estar rodeada de una comunidad amante de la paz, considerada, sumisa, llena de misericordia y buenos frutos, imparcial y sincera? Ciertamente queremos esto en cualquier relación, donde nuestra ambición compartida conduzca a un bien mayor, no al mal.

No hay nada malo en las búsquedas puras, y hoy tenemos la oportunidad de ser valientes pacificadores. Cuando el egocentrismo se arrastre cerca de ti, recuerda que hay dos íes en la ambición: es sabiduría para edificar en lugar de derribar. 

Próximos pasos

Relee Santiago 3:16-18. ¿A quién conoces que sea ambicioso en el buen sentido? Identifica uno o más rasgos piadosos del pasaje de hoy que admires y cómo te han impactado. Envíale una nota, díselo en una comida o llámale para animarle.