Una promesa, no una amenaza

Lindsey Jodts, Pastora de Grupos, South Barrington | 18 de octubre de 2024

Quien camina en integridad camina seguro
pero el que toma caminos torcidos será descubierto.
Proverbios 10:9

Entonces conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Juan 8:32


Lo creas o no, yo era un adolescente rebelde. En aras de la brevedad, digamos que mi testimonio es el de una joven dolida que Dios redimió de manera abrumadora y abundante. En una época particularmente dura, recuerdo la ansiedad que sentía por mantenerme al día con todas las mentiras, medias verdades e historias falsas que contaba. Conseguí salirme con la mía en muchas cosas, pero al final todo salió a la luz y tuve que enfrentarme a la realidad de la forma en que vivía frente a la persona que intentaba aparentar ser. 

Fue un aterrizaje forzoso brutal. Dolió. Mucho. Pero, incluso en medio del dolor, sentí otra cosa muy sorprendente: alivio. Tuve que caer al suelo para darme cuenta de lo agotada que estaba de las mentiras, de las elecciones malsanas, de esconderme. Aunque fuera un viaje doloroso, por fin podía ser libre. 

Hay un espíritu rebelde en cada uno de nosotros, ya sea un reducto de pecado, una tendencia a atrincherarnos cuando se nos desafía, o simplemente el deseo de hacer lo que nos hace sentir bien en ese momento. Si decidimos no controlar esa rebelión, puede convertirse en nuestro carácter. Cuando eso ocurre, acaba por consumirnos. No será sólo un defecto o una mala elección ocasional, sino algo que ocupe nuestro tiempo y nuestra energía para ocultarlo. Cuando elegimos no vivir con integridad, nos roba la capacidad de ser la versión auténtica de nosotros mismos. La máscara que nos ponemos para ocultar esas partes de nosotros mismos en realidad disminuye el resto de nosotros, hasta que terminamos en un camino que parece interminable y abrumador. 

La verdad que encontramos en Proverbios puede parecer amenazadora cuando vivimos nuestra rebelión, pero la realidad es que es una promesa de Dios llena de esperanza. La verdad -la realidad de nuestras vidas- acabará saliendo a la luz. Entonces podremos soltarnos, encontrar la libertad y experimentar la transformación y la redención. Cuando somos honestos con nosotros mismos y abrazamos la bondad, finalmente podemos experimentar la libertad que viene con una vida que vive en el camino de Jesús en lugar de la atadura de nuestra propia rebelión. 

Próximos pasos

¿Dónde vives en tu propia rebelión? Dedica tiempo a orar para rendirte a esa parte de tu vida. Considera la posibilidad de invitar a un amigo de confianza, a un líder de grupo o a un pastor para que te ayuden a superarlo y oren a tu lado. Ora no sólo en una postura de confesión, sino en una celebración de la libertad que viene cuando rompes esa fortaleza.