El camino de regreso al Edén
Lindsey Jodts, Pastora de Grupos, South Barrington | 9 de septiembre de 2024

No niegues la justicia a tu pueblo pobre en sus pleitos. No te metas en una acusación falsa ni condenes a muerte a un inocente ni a una persona honesta, porque yo no absolveré al culpable.
Éxodo 23:6-7
¿Alguna vez has estado navegando distraídamente por tus redes sociales o revisando las noticias destacadas y te has dado cuenta de que algo, en algún lugar, ha provocado que la plataforma explote en una cacofonía de ira y virulencia? Personas de todo el mundo en internet se encuentran clamando por justicia o enfureciéndose con quienes guardan silencio al respecto.
¿Qué tiene la palabra justicia que hace que las conversaciones se paralicen o escalen hasta un punto palpable de tensión?
¿Qué hay en la idea de justicia que destruye familias y devasta comunidades?
Quizás no sea el concepto de justicia en sí, sino la dura realidad que vivimos cuando experimentamos la profunda fragilidad de este mundo. Cuando nuestros corazones y mentes claman que el mundo no es como debería ser. Si el mundo fuera como debía ser en los primeros momentos del Edén, no necesitaríamos justicia. Reinarían la paz y la paz, y todos existirían en igualdad de autoridad y abundancia bajo la bondad de Dios. Pero el mundo no es como debería ser.
Cuando nos enfrentamos a esa realidad, algo en nuestro espíritu sabe que la absoluta necesidad de justicia revela la verdad de que todos estamos rotos y de alguna manera hemos contribuido al deterioro del mundo.
La justicia es la respuesta a esa ruptura. La justicia de Dios es el intento de restaurar la rectitud y el orden en el mundo. Para ayudar a los oprimidos, para crear equidad en los recursos, para traer prosperidad a todos, para proteger a los marginados. Para restaurar la paz.
Cuando Dios instauraba el orden en la comunidad israelita mediante mandamientos y leyes, no lo hacía para perjudicar ni menospreciar a nadie. No buscaba crear tensión entre la gente; era para identificar los lugares y espacios donde existían divisiones y corregirlas.
El movimiento de Dios en el mundo está motivado por la idea de bendición y prosperidad. El plan de Dios para el mundo es devolvernos a la paz plena.
La justicia de Dios es la reacción tangible a lo que sentimos con solo mencionar la palabra: que el mundo aún no es como debería ser. Pero un Dios de justicia tiene una visión más amplia para el mundo, y la bendición de la justicia es el camino de regreso al Edén.
Próximos pasos
¿En qué aspectos de tu vida anhelas justicia? Dedica tiempo a la oración, ofreciendo las circunstancias y la situación a Dios. Confiesa cuándo has actuado por ira o frustración. Busca perdonar a quienes han actuado injustamente (incluyéndote a ti mismo). Ora pidiendo confianza en la justicia perfecta de Dios.