Un poco grande

Lee Morgan, Pastor Asociado de Campus/Adoración, Huntley | 10 de septiembre de 2024

Había en Jope una discípula llamada Tabita (en griego se llama Dorcas), que hacía siempre el bien y ayudaba a los pobres. Por aquel tiempo enfermó y murió; lavaron su cuerpo y lo pusieron en un cuarto alto. Lida estaba cerca de Jope; por eso, cuando los discípulos se enteraron de que Pedro estaba en Lida, le enviaron dos hombres y le exhortaron: "¡Por favor, ven enseguida!".

Pedro fue con ellas y, cuando llegó, lo subieron a la habitación. Todas las viudas se pusieron a su alrededor, llorando y mostrándole las túnicas y otras ropas que Dorcas había confeccionado mientras aún estaba con ellas.
Hechos 9:36-39


Pasé unos dos años como cliente de una peluquera experimentada en un concurrido salón local. Estaba agradecida por su habilidad y su amable disposición. Era joven y aún no había aprendido todas las formas de mostrar agradecimiento por una colaboración como aquella, aparte de las propinas habituales. 

En mi segundo año como cliente, me fui después de una cita y la recepcionista mencionó que se acercaba su cumpleaños. Me hizo ilusión enviarle flores y las hice entregar en el salón el día de su cumpleaños. No volví a saber nada de ella y nuestra siguiente cita fue extrañamente incómoda, con más silencio entre nosotras de lo habitual. Se me ocurrió que en los dos años que llevaba concertando citas con ella, nunca le había hecho una pregunta personal, no había compartido tarjetas de vacaciones y nunca, hasta ese año, había reconocido su cumpleaños. Así que mi gran gesto había surgido de la nada y parecía hacerla sentir más incómoda que apreciada. Quién sabe, tal vez era alérgica a las flores, yo no lo habría sabido. Si hubiera pasado los dos últimos años conociéndola, lo habría sabido mejor.

Este momento (y esta lección) no ha dejado de recordarme que no siempre hacen falta grandes gestos para ver y animar de verdad a los que nos rodean. Un amigo cercano y mentor me animó recientemente: "Vive una vida rica en diálogo constante con Dios, ya sea a través de la oración, las escrituras, la devoción, etc., entonces, en lugar de escarbar en tu interior para encontrar la manera de animar a los demás, se desbordará". Esto se traduce en estar constantemente en contacto con Dios y con los que nos importan, ayudar cuando vemos una necesidad y presentarnos cuando decimos que lo haremos. Puede que no parezca "grandioso", pero poco a poco, podemos construir relaciones que son más preciosas que cualquier gran gesto o logro. 

Como aprendimos en la Escritura de hoy con Dorcas en Hechos, no se menciona un gran logro o una muestra de gratitud por encima de todo, sólo que siempre estaba haciendo el bien. Como dijo Maya Angelou: "He aprendido que la gente olvidará lo que dijiste, la gente olvidará lo que hiciste, pero la gente nunca olvidará cómo les hiciste sentir". Por eso, con nuestros pequeños gestos constantes, podemos crear con el tiempo un sólido legado de confianza, aliento y amor que nos sobrevivirá durante mucho tiempo.

Próximos pasos

  • Escribir esto me animó a pensar en alguien con quien me encantaría reconectar y alguien a quien voy a ver. ¿A quién quieres conocer mejor en tu vida? 
  • ¿Cómo puedes invertir o ayudar más a la gente que te rodea?
  • ¿Qué puedes hacer para dialogar más consistentemente con Dios? Si aún no lo has hecho, suscríbete a la aplicación Willow para unirte a la oración y mucho más.