Vaya, ¡qué oferta!
Sherri Shackel-Dorren, redactora voluntaria, Wheaton | 19 de agosto de 2024
"Entonces Jesús dijo: "Venid a mí todos los que estáis cansados y lleváis cargas pesadas, y yo os aliviaré. Llevad mi yugo sobre vosotros. Dejad que os enseñe, porque soy humilde y manso de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero, y ligera la carga que os doy".
Mateo 11:28-30 (NLT)
"¿Estás cansado? ¿Cansado? ¿Quemado por la religión? Ven a mí. Ven conmigo y recuperarás tu vida. Te enseñaré a descansar de verdad. Camina conmigo y trabaja conmigo: mira cómo lo hago. Aprende los ritmos no forzados de la gracia. No te impondré nada pesado o inadecuado. Acompáñame y aprenderás a vivir con libertad y ligereza".
Mateo 11:28-30 (MSG)
"Venid a mí... y yo os haré descansar". ¡Qué invitación tan fantástica! Es posible descartar las palabras de Jesús como una realidad futura en lugar de una experiencia aquí y ahora, pero ¿y si no lo son? ¿Y si Jesús quiere decir que realmente podemos encontrar descanso para todo nuestro ser como Él lo encontró, y no sólo por un momento, sino como una forma de vida? Una palabra para vivir descansadamente es relajado. Cuando miramos a Jesús, está claro que no tenía prisa ni estrés. Él nos invita a vivir de la misma manera.
¿Cómo lo hacemos? En primer lugar, tenemos que ir más despacio. Necesitamos Su poder para hacerlo (que nos da en el Espíritu Santo) y seguir Su ejemplo. Jesús procuraba hacer todo lo que el Padre le pedía. A las personas que se preocupan por las necesidades de la vida, Jesús les dice: "Pero busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán dadas por añadidura" (Mateo 6:33). Generalmente son las cosas cotidianas de la vida las que compiten por la atención a Dios y las que nos roban la paz.
En segundo lugar, nos ponemos en disposición de recibir su descanso. Esto es algo para lo que literalmente tenemos que entrenarnos. Nuestra cultura impulsada por la productividad nos ha condicionado a estar en continuo movimiento. Tenemos que contrarrestar intencionadamente lo que se ha convertido en nuestra inclinación natural de hacer para poder estar con Jesús.
Una forma comprobada de tranquilizar la mente y el cuerpo es ralentizar la respiración. Intentémoslo hoy. Empieza respirando profundamente al menos tres veces. Mientras lo haces, pide al Espíritu Santo que calme tu cuerpo y centre tus pensamientos para que escuches lo que Él quiere decirte. (Haz una pausa para respirar profundamente).
Ahora, tómate un minuto y pídele a Dios que te guíe mientras buscas experimentar la presencia de Jesús. Elige la versión bíblica de la Escritura de hoy que más te hable. Lee los versículos (en voz alta, si es posible) y escucha. Dios está hablando contigo a través de Su Palabra.
Vuelve a leer el pasaje dos veces más, haciendo una pausa entre cada lectura. ¿Notas alguna palabra o frase que te resulte especialmente significativa? ¿Te está asegurando Dios que puedes confiar en Él en una situación concreta? ¿Te está animando Dios a que le entregues cualquier cosa que te robe el descanso?
Jesús tenía paz porque buscaba únicamente hacer la voluntad de Su Padre. Lo hizo porque confiaba en el Padre. Podemos confiar más plenamente en Dios si le conocemos de verdad. Jesús se encuentra con nosotros a través del Espíritu Santo, nuestro Consejero y Guía, pero ¿cómo le conoceremos a Él y lo que quiere que hagamos si no hacemos espacio para recibirle y escucharle?
Próximos pasos
- Pídele a Dios que aumente tu capacidad de confiar en Él.
- Usa la frase: "Señor, confío en ti" para recibir Su descanso mientras sigues con tu día.
- Si aún no lo estás haciendo, intenta leer la Biblia con una postura de escucha a Dios.
- Pide a Dios que te permita hacer lo que a Él le hace sonreír.