Salmos en cada momento
Ed Miskovic, Escritor Voluntario, Huntley | 23 de agosto de 2024
4 Muéstrame tus caminos, Señor
enséñame tus sendas.
5 Guíame en tu verdad y enséñame
porque tú eres Dios, mi Salvador,
y mi esperanza está en ti todo el día.
6 Acuérdate, Señor, de tu gran misericordia y de tu amor
porque son desde siempre.
7 No te acuerdes de los pecados de mi juventud
y de mis caminos rebeldes
según tu amor acuérdate de mí
porque tú, Señor, eres bueno.
Salmo 25:4-7
El aroma de las flores recién cortadas en el vestíbulo de la residencia de ancianos dio la bienvenida a los universitarios. El aroma nos condujo a la zona común. Buscando un residente al que visitar, me sentí atraído por la terraza acristalada(Salmo 25:4: Muéstrame tus caminos, Señor, enséñame tus sendas).
Un anciano estaba sentado en una silla de mimbre blanco. Sus manos eran grandes, con gruesas venas recorriéndolas. Tenía la cara curtida. Llevaba un mono vaquero azul limpio: era un granjero jubilado. Era bastante amable, pero de pocas palabras. Le interesaba más conocerme a mí y los sueños de mi vida(Salmo 25:5 Guíame en tu verdad y enséñame, porque tú eres Dios, mi Salvador, y en ti está mi esperanza todo el día).
Charlamos. Había vendido su granja y se había jubilado a los setenta años. Ahora, a sus noventa, escuchaba mis planes y objetivos como si estuviera calculando la forma correcta de parir un campo para la siembra. En silencio durante un rato, cada vez más inquieto, se inclinó hacia delante y estudió mi rostro.(Salmo 25:6 Acuérdate, Señor, de tu gran misericordia y de tu amor, porque son desde antiguo). Me escudriñó, sintiendo mi disposición a aceptar su sabiduría, habló.
"Vemos las cosas de distintas maneras a medida que avanzamos en la vida. De jóvenes, vivimos soñando con el futuro; de adultos, vivimos con las necesidades del presente, pero de viejos, vivimos mirando atrás, recordando tiempos felices y reviviendo pesares". Su edad daba fuerza a sus palabras. Hablaba con la sabiduría de un proverbio viviente(Salmo 25:7a: No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mis rebeldías).
El granjero jubilado había desenterrado para mí el mensaje más importante que escuché durante la universidad. Su sabiduría me ha guiado durante más de cincuenta años. Le recuerdo y agradezco las semillas que plantó en mí(Salmo 25:7b: según tu amor acuérdate de mí, porque tú, Señor, eres bueno).
Próximos pasos
Medita sobre el Salmo 25:4-7. Busca cómo puede relacionarse con momentos cotidianos de tu vida. ¿Te acerca a la presencia de Dios el darte cuenta de esa relación?