El nombre de Jesús, no el mío

Jenna Brooke Carlson, escritora voluntaria, Huntley | 7 de agosto de 2024

Al ver esto, Pedro les dijo: "Compañeros israelitas, ¿por qué os sorprende esto? ¿Por qué nos miráis como si por nuestro propio poder o piedad hubiéramos hecho andar a este hombre? ... Por la fe en el nombre de Jesús, este hombre que veis y conocéis se hizo fuerte. Es el nombre de Jesús y la fe que viene a través de él lo que lo ha sanado completamente, como todos ustedes pueden ver.
Hechos 3:12, 16


Deseaba desesperadamente ver mi nombre en la portada de un libro. De adolescente, garabateaba en cuadernos durante las clases, practicando mi firma. ¿La primera letra debía ser redonda y alargada o alta y fina? ¿Debía incluir mi segundo nombre? ¿el apellido? ¿Ambos?

¿Por qué estaba tan decidida a conseguir el autógrafo perfecto? Porque me representaba a MÍ. Cuando firmaba un libro, ponía de relieve que yo lo había creado. La gente hacía cola en las librerías y yo me sentaba en una mesa con un bolígrafo de lujo y firmaba una novela tras otra con mi nombre.

Más tarde, conseguí que mi nombre apareciera en la portada de un libro, pero mi firma ha importado mucho menos de lo que yo deseaba con orgullo cuando era adolescente. Mi escritura tiene más que ver con el nombre de Dios que con el mío propio. A lo largo de mi trayectoria como escritor, he aprendido mucho de mentores cristianos. Les he visto orar por los proyectos y por los tiernos corazones de los vasos humanos que Dios ha reclutado para sus planes.

Escribir es duro, no sólo desde el punto de vista del oficio y la habilidad, sino también emocional y espiritualmente. Estar en comunidades de escritores me enseñó que llevar a cabo los planes de Dios es duro para todos, pero no nos rendimos porque Dios nos dio un mensaje que transmitir al mundo, un mensaje que otros necesitan oír.

Cuando era más joven, practicaba mi firma, soñando con la futura popularidad de mi nombre. Eso no ha sucedido, y puede que nunca suceda, pero está bien. El nombre de Jesús es el único que realmente importa. Cuando mis palabras fallan, Jesús me sale al encuentro en la página. Cuando llegan los comentarios negativos, Jesús me recuerda que soy su hijo amado. Cuando siento que no puedo seguir adelante, Jesús viene a mi lado para terminar el proyecto que ha puesto en mi corazón.

No podemos cumplir los planes de Dios sin Él. Necesitamos su aliento, su fuerza y su sabiduría para hacer avanzar su mensaje en nuestro mundo. Y no podemos rendirnos porque nuestro mundo roto necesita a Jesús.

Próximos pasos

  1. Piensa en tus logros pasados. ¿Dónde has visto la mano de Dios? Dedica tiempo a la oración agradeciéndole su intervención.
  2. Lee Hechos 3:17-26. ¿De qué manera la curación del mendigo cojo orienta a los israelitas hacia Jesús?