Anhelar

Nancy Hatcher, escritora voluntaria, South Barrington | 16 de mayo de 2024

Una cosa pido al Señor,
sólo esto busco:
que pueda habitar en la casa del Señor
todos los días de mi vida,
para contemplar la belleza del Señor
y buscarlo en su templo.
Salmo 27:4


Me encantan las palabras y adopto una favorita casi todos los meses. Mi última palabra es anhelar. Casi siempre me apetece comer. Últimamente, lo que más me apetece son galletas saladas con mantequilla de cacahuete en el centro. Ayer se me antojó la mejilla regordeta y besable de mi nietecito. Le echo mucho de menos.

El rey David habla de su anhelo de una sola cosa en el pasaje de hoy. "¿Sólo una cosa?" ¿Leíste el pasaje de hoy? En este salmo, David anhela vivir en la casa del Señor toda su vida-pensando en Su bondad y estudiando y aprendiendo con Él. 

¿Anhelas a Jesús?

Recuerdo estar en la rápida rutina de despertarme a las 4 de la mañana y sentarme unos minutos a rezar mientras el café se preparaba y mis pequeños terminaban de dormir. Luego me ocupaba de que los pequeños se vistieran y comieran, y rezaba para que los deberes de todos estuvieran hechos y guardados en sus mochilas porque la noche anterior se me había olvidado comprobarlo. Así era mi vida hace veinte años. 

Pero Dios.  

Incluso entonces, en mi vida demasiado ajetreada, anhelaba a Jesús, y Dios continuó cortejando mi corazón y amándome por lo que era, justo donde estaba. Mi relación floreció sólo porque a Él no le importaba hablar conmigo en la ducha, cuando me secaba el pelo o en la cola del colegio. Me habló en susurros y a veces me rugió en circunstancias dolorosas. Unió mi corazón al suyo en momentos de comunión y en esas "noches oscuras de mi alma" en las que sentía que mi corazón se rompía en pedacitos afilados.

Sí, anhelaba a Jesús en mis ayeres y hoy más que nunca. Veo, saboreo, toco y huelo su bondad y su amor a diario. También me dice cuándo meto la pata. Entonces le pido perdón de nuevo. Y lo mejor de todo es que me habla de cómo me estoy pareciendo más a Él, porque a veces ni yo misma puedo verlo. Él sabe que anhelo que el Espíritu Santo suavice mis asperezas.  

Este caminar de la mano puede comenzar aquí y ahora, también para ti. Si no conoces a Jesús, puedes elegir aceptarlo como tu Salvador y decirle que crees.(Juan 3:16) Así de sencillo.

Próximos pasos

Hoy, rezo para que anheles lo mejor: esta persona llamada Jesús. Haz de la iglesia un hábito regular, únete a Rooted o a otro grupo pequeño, lee o escucha la Biblia a diario, y habla con Jesús a menudo a lo largo del día.