¿No calificado? Para Dios, no
Jenna Brooke Carlson, escritora voluntaria, Huntley | 23 de abril de 2024
Él respondió: "Porque tenéis muy poca fe. En verdad os digo que si tenéis fe tan pequeña como un grano de mostaza, podéis decirle a esta montaña: 'Pásate de aquí allá', y se pasará. Nada os será imposible".
Mateo 17:20
Quería publicar un libro desde que tengo uso de razón. Al crecer, viví muchas experiencias que me dijeron cuáles no eran mis dones. El arte. El voleibol. Cascar un huevo a la perfección. Pero las palabras me resultaban fáciles, y no me lo tomé a la ligera.
En el instituto, me costaba encontrar novelas para chicas de mi edad que fueran divertidas, pero limpias. Quería ofrecer esto a la siguiente generación. Quería que tuvieran un libro que les hiciera reír y les mostrara el amor de Jesús.
Un verano me decidí por fin a escribir ese libro, y en agosto ya tenía un primer borrador muy desordenado. El verano siguiente tuve la oportunidad de asistir a una conferencia local de escritores. Allí podría publicar y hacer realidad mi sueño.
Llegué a la conferencia como pez fuera del agua. Los asistentes llevaban maletines, tarjetas de visita y libros publicados. Yo llevaba un manuscrito, impreso en Office Depot, en una bolsa decorada con pintura. No tenía ni idea de lo que estaba haciendo.
Lo que ocurrió en la conferencia no debería haber ocurrido. No sin Jesús. Había gente mucho más cualificada y con más experiencia. Pero gané un concurso con mi borrador desordenado y un editor se arriesgó con un ingenuo veinteañero sin experiencia profesional en la escritura.
Ocho años después, ese manuscrito desordenado se convirtió en un libro de la vida real, y rezo para que la gente encuentre humor y amor en sus palabras. Nada de esto habría sucedido si no hubiera dado ese primer paso, literalmente aterrador, en una conferencia de escritores.
Dios nos llama a hacer cosas que parecen imposibles. A lo largo de esos ocho años, me enfrenté a rechazos y dificultades que me hicieron querer rendirme, pero seguí creyendo en lo que Dios me llamaba a hacer. Di un paso tras otro hasta llegar a la meta.
Sigo teniendo sueños que parecen imposibles. Pero voy paso a paso en la dirección que Dios me indica. Puede que termine en mi sueño, o puede que termine en otro lugar, pero sé que dondequiera que termine, será posible con Dios.
Próximos pasos
¿Qué sueño ha puesto Dios en tu corazón? Pasa tiempo en oración preguntándole cuál es el siguiente paso que debes dar.