¿Qué quieres que sea?

Kristyn Berry, redactora voluntaria, Crystal Lake | 8 de febrero de 2024

"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos".
Mateo 5:3

"Bienaventurados los que padecen persecución a causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos".
Mateo 5:10


Cuando somos niños, a menudo nos preguntan qué queremos ser de mayores. Como adultos, puede ser divertido escuchar sus imaginativas respuestas y cómo evolucionan sus sueños a medida que crecen. Mi hijo está a punto de cumplir diecisiete años y estos días se habla mucho de su futuro. Sus sueños han cambiado muchas veces a lo largo de los años y, más recientemente, responde encogiéndose de hombros y diciendo "no lo sé". Me identifico con su indecisión, ya que recuerdo cuando tenía su edad y me sentía abrumado por tener que determinar el propósito divino de mi vida entre posibilidades aparentemente infinitas. Así que, por ahora, le he animado a rezar, a estar quieto y a escuchar lo que Dios pone en su corazón. No importa lo grande o pequeño que sea el sueño, confía en que es ahí donde Dios te está guiando.

Qué bendito recordatorio tenemos en estos versículos de Mateo de que, en última instancia, el sueño de Dios para nuestra vida es sencillo. Jesús comienza su Sermón de la Montaña con una declaración contracultural que desafía la comprensión que el mundo tiene del propósito de nuestra vida. En lugar de asociar el propósito de nuestra vida con grandes sueños de riqueza, éxito o poder, Jesús declara que los "pobres en espíritu" y los que son "perseguidos por su justicia" son los bienaventurados.

Jesús insiste a menudo en la importancia de la humildad y la búsqueda de la justicia en el Reino de Dios. Ser "pobre de espíritu" es reconocer nuestra pobreza espiritual y nuestra dependencia de Dios. Es un reconocimiento de que, aparte de Dios, no tenemos nada de valor eterno. Esta humildad ante Dios abre la puerta a la verdadera bendición. Cuando nos humillamos ante Él, reconociendo nuestra necesidad de Él, nos posicionamos para recibir Su gracia y favor. La verdadera bendición no se encuentra en la autosuficiencia, sino en el reconocimiento de nuestra dependencia de la misericordia de Dios.

La promesa que conlleva ser "pobre en espíritu" es profunda: "porque de ellos es el reino de los cielos". Abrazar nuestra pobreza espiritual nos lleva a heredar el mayor tesoro imaginable: el reino de los cielos. Esto habla no sólo de una realidad futura, sino de una experiencia presente del reino de Dios en nuestras vidas.

Tómate un momento para reflexionar sobre la postura de tu corazón. ¿Eres consciente de tu necesidad de Dios en todos los aspectos de tu vida? Cultiva una actitud de "pobre de espíritu" mediante el autoexamen regular, la confesión y la entrega continua de tu voluntad a Dios.

Vivir como "pobres en espíritu" puede parecer contracultural en un mundo que a menudo valora la autosuficiencia y el orgullo. Sin embargo, Jesús nos invita a una forma diferente de vivir, que encuentra plenitud y bendición en nuestra dependencia de Él.

Próximos pasos

A medida que avanzas en tu día, considera la belleza de ser "pobre en espíritu". Es una invitación a experimentar la riqueza del reino de Dios, tanto ahora como en la eternidad. Que tu humildad ante Dios te lleve a una vida marcada por sus abundantes bendiciones.