Más allá de la conmoción
Dan Lovaglia, Pastor del Campamento Paradise | 21 de febrero de 2024
Se acercó a él y le vendó las heridas, echándole aceite y vino. Luego lo montó en su propio asno, lo llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios y se los dio al posadero. Cuida de él", le dijo, "y cuando vuelva, te reembolsaré los gastos que hayas tenido". "¿Cuál de estos tres crees que era vecino del hombre que cayó en manos de los ladrones?". El experto en la ley respondió: "El que se apiadó de él".
Jesús le dijo: "Vete y haz tú lo mismo".
Lucas 10:34-37
"¿Y si 'ama a tu enemigo' no es una metáfora?" Nunca olvidaré dónde estaba cuando oí a Bob Goff, autor de El amor sí y Todo el mundo siempreesta pregunta de peso. Ni siquiera era su tema principal, pero me llegó al corazón, y me sigue llegando. Pero, ¿basta con conmoverse?
Es fácil conmoverse espiritualmente sin vivir de manera diferente. Las parábolas de Jesús no son sólo alimento para el pensamiento; son instrucciones de discipulado para vivir y amar piadosamente. Piensa en el pasaje de hoy sobre el Buen Samaritano. Una aplicación podría ser estar atento a las personas que necesitan ayuda en la carretera. Pero tener un corazón que se da cuenta de más necesidades no es el punto, o suficiente. Jesús presenta una escena sorprendente en la que dos personas, enemistadas étnica, cultural y religiosamente, acaban en una encrucijada que preferirían evitar. Son esencialmente enemigos, pero el buen samaritano decide dejar eso a un lado y algo más.
El buen samaritano fue más allá de llamar al 911 por un desconocido. Arriesgó sus recursos y su reputación por un adversario. En términos modernos, vació su cartera, extendió un cheque en blanco, vació su despensa, saqueó el botiquín, entregó las llaves de su coche y no pestañeó por el dinero o el tiempo que le costó. No importaba que probablemente no estuvieran de acuerdo en casi nada en la vida. Lo único que le importaba al buen samaritano era mantener con vida a un ser humano herido, avergonzado e indigente para que pudiera curarse.
Ama a tu prójimo. Ama a tu enemigo. Jesús no contó historias sobre estas verdades sólo para presionar nuestros corazones. Si nos detenemos ahí, nos perdemos el punto principal. Las parábolas de Jesús son para cualquiera que esté dispuesto a escuchar y ver lo mejor de Dios y ponerlo a prueba de palabra y obra. Como el Buen Samaritano, demostramos la misericordia de Dios cuando vivimos una generosidad tangible que satisface necesidades reales de personas reales.
Hoy tienes otra oportunidad de estirar los músculos de tu generosidad, de ir más allá de la emoción. ¿Qué recursos dados por Dios -dinero, tiempo, habilidades, preferencias, estatus o cosas que posees- darás cuando sea el momento de amar a tu prójimo o a tu enemigo?
Próximos pasos
¿Qué te impide involucrarte personal y prácticamente para satisfacer la necesidad de alguien? Pídele a Dios una manera específica de crecer hoy en generosidad que te lleve más allá de la emoción.