Descanso y restauración

Laurie Buffo, escritora voluntaria, South Barrington | 12 de enero de 2024

Pero en el séptimo año la tierra tendrá un año de descanso sabático, un día de reposo para el Señor. Señor. No siembres tus campos ni podes tus viñas.
Levítico 25:4

Entonces haz que suene la trompeta por todas partes el décimo día del séptimo mes; el Día de la Expiación toca la trompeta por toda tu tierra. Consagrad el quincuagésimo año y proclamad la libertad en toda la tierra para todos sus habitantes. Será un jubileo para vosotros; cada uno de vosotros volverá a su propiedad familiar y a su propio clan. El año cincuenta será jubilar para vosotros; no sembréis ni cosechéis lo que crezca por sí mismo, ni vendimiéis las viñas desatendidas.
Levítico 25:9-11


¿Cómo te sentirías si supieras que tu familia más rica tendría que ayudarte a salir adelante si pasas por malos momentos? Y a la inversa, ¿cómo te sentirías si estuvieras obligado a ayudar a tus parientes con problemas económicos? El Levítico 25 describe estas leyes. Si necesitabas vender tu tierra para llegar a fin de mes, un pariente te la compraría a un precio justo. Podías volver a comprar tu propiedad más tarde. Si no podías permitírtelo, el comprador te devolvería tu tierra durante el año del Jubileo. El jubileo se celebraba cada 50 años. Si la venta de tu tierra no era suficiente alivio, podías obtener un préstamo sin intereses de un pariente. Cualquier saldo impagado se cancelaría en un plazo de siete años (en el año sabático). Como último recurso, podías venderte como sirviente a un miembro de tu familia. Estaban obligados a tratarte bien. Te liberarían en el año del Jubileo o cuando pagaras tu deuda.

Dios dio estas leyes para evitar que la tierra se vendiera fuera de la tribu y que cualquier clan o familia se volviera más rica y poderosa que otra. Demostraba que los israelitas no debían aprovecharse unos de otros. Tal generosidad requería fe en la provisión de Dios y entender que la tierra le pertenecía a Él.

El Jubileo liberaría a los pobres, los oprimidos y los quebrantados de corazón. Cuando Jesús leyó Isaías 61:1-2, declaró que el Jubileo había llegado(Lucas 4:16-21). Jesús vino a cancelar nuestra deuda de pecado, a sanar nuestra pobreza espiritual y a liberarnos del mal. Al hacerlo, nos capacitó para ser justos y misericordiosos.

La pobreza y las divisiones sociales son dos importantes fuentes de injusticia. Demostrando un espíritu de jubileo, los miembros de la iglesia primitiva pusieron en común sus recursos para proveer a los miembros necesitados. Pasaban tiempo en comunión con creyentes de todas las clases sociales(Hechos 2:42-47). La iglesia primitiva es una muestra de lo que será la nueva creación. Las líneas de división social ya no existirán y será fácil compartir.

Determinar el equilibrio adecuado entre la generosidad y el disfrute de los recursos que Dios nos da es difícil. Por un lado, tenemos el diezmo; por otro, el ejemplo más difícil de la Iglesia primitiva. El Jubileo nos recuerda que todo lo que tenemos pertenece a Dios. Aunque nos resulte difícil, debemos mantener nuestros recursos a buen recaudo y estar dispuestos a dar más de lo que nos resulte cómodo. Debemos tener presente la generosidad de Dios y permanecer abiertos a su dirección. 

Próximos pasos

¿Se siente identificado con alguna de estas actitudes hacia la riqueza?

  1. Aunque no es obligatorio, la disposición a dar todo lo que tenemos reconoce que nuestros recursos pertenecen al Rey, y que debemos someternos a Su voluntad(Lucas 18:18-25).
  2. Algunos dan cantidades impresionantes, pero como son ricos, no requieren mucha fe en la provisión de Dios(Lucas 21:1-4).
  3. A veces, acumulamos tontamente los recursos que Dios nos ha dado(Lucas 12:16-21).