La mejor versión de ti mismo
Lindsey Jodts, Pastora de Grupos, South Barrington | 30 de octubre de 2023
¿O desprecias las riquezas de su bondad, de su tolerancia y de su paciencia, sin darte cuenta de que la bondad de Dios tiene por objeto conducirte al arrepentimiento?
Romanos 2:4
Jesús se enderezó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?"
"Nadie, señor", respondió ella.
"Entonces yo tampoco te condeno", declaró Jesús. "Vete ahora y deja tu vida de pecado".
Juan 8:10-11
Como padres de dos niños de primaria, tenemos muchas normas en casa. Algunas de ellas se crean en momentos salvajes y caóticos de la paternidad, incluyendo joyas como " ¡Si encuentras tocino viejo en el coche, no te lo comas!" . Otras se establecen como parte de los ritmos regulares de nuestras vidas, incluida la norma: " Cuando llegues a casa del colegio, termina primero los deberes antes de jugar".
Aunque no siempre es divertido establecer normas -a mí también me encantaría jugar todo el día y desayunar solo galletas-, se convierten en algo vital cuando pienso en el tipo de personas en las que espero que se conviertan mis hijos. Al establecer primero un ritmo de deberes, aprenden a mostrar respeto por sus profesores, adquieren la educación que se merecen, practican la disciplina y aprenden a apreciar su juego. Dejarles que tomen sus propias decisiones puede ser divertido a corto plazo, pero a la larga no les ayudaría a formar la mejor versión de sí mismos.
Cuando una mujer fue llevada a Jesús después de haber sido sorprendida en una relación adúltera, Él la aborda con compasión. Aunque le presionan para que la condene a muerte, le ofrece una presencia firme y lucha con los corazones de sus acusadores. Al final, la gracia de la presencia de Jesús le concede el perdón y la seguridad, mientras le dice: "Yo tampoco te condeno".
Jesús la encuentra en su desorden, le extiende su gracia y le ofrece la libertad de la condenación. Nótese, sin embargo, que Él la encuentra donde está, no la deja donde está.
"Ahora vete y deja tu vida de pecado".
En lugar de dejarla volver a su vida anterior, le ofrece una de transformación. Nombra con honestidad dónde ha estado, pero en lugar de dejarla estar, la invita a más. A convertirse en la mejor versión de sí misma, a través de la transformación que sólo viene de un encuentro con Jesús mismo.
Esta es la bondad de Dios.
Jesús no se queda esperando a que nos ganemos su amor, sino que nos trae su presencia aquí y ahora. Allí donde estamos, tal como somos. Pero la bondad de Dios va un paso más allá: Jesús nos ama tanto que no está dispuesto a dejarnos tal como somos. Cada encuentro con la gracia de Dios nos invita a convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos: "Ahora vete y deja tu vida de pecado".
Próximos pasos
¿Hay lugares en tu vida donde estás experimentando una fortaleza? Cuando piensas en entregárselo a Dios, ¿piensas en condenación o en bondad? Tómate un momento para reflexionar sobre cómo sería invitar a la bondad de Dios a entrar en esa fortaleza.