Esperanza en grandes dosis
Anokina Shahbaz, escritora voluntaria, Huntley | 10 de octubre de 2023
Pero los que esperan en el Señor
renovarán sus fuerzas.
Levantarán alas como las águilas;
correrán y no se cansarán,
caminarán y no se fatigarán.
Isaías 40:31
El mensaje de texto de Comcast era largo, lo que ya me estresaba. Nos iban a cortar Internet esa mañana durante unas horas por unas reparaciones "imprevistas" que había que hacer en la zona. No nos avisaron con unos días de antelación. Mi marido y yo trabajamos desde casa, así que no era lo ideal. Se lo comuniqué a mi supervisor y le dije que volvería en cuanto pudiera. Lo único que podía hacer era esperar. Las pocas horas parecían días. La espera me pareció innecesaria e inútil. Finalmente, Internet volvió a funcionar y el trabajo se reanudó.
Vivimos en una época en la que esperar se considera una molestia, un inconveniente destinado a hacernos perder el tiempo. En el mundo de gratificación instantánea, de ritmo acelerado y obsesionado por la tecnología en el que vivimos, ya no podemos soportar la espera en grandes dosis. Pero Dios tenía en mente un propósito totalmente distinto para la espera. Debía de saber lo impacientes que llegaríamos a ser los seres humanos. Por eso, sólo a través del acto paciente de esperar puede obrar en nosotros para fortalecernos allí donde lo necesitamos.
Ya sea que esperemos en Dios un milagro, una respuesta a la oración, o que nos guíe en una decisión difícil que debemos tomar, Él ha envuelto nuestra espera con una profunda intención destinada a hacernos crecer. Ninguna parte de ella es en vano; todas son necesarias para nuestro caminar cristiano mientras aprendemos a vivir en el Espíritu. Puede que nosotros esperemos, pero es Dios quien nos moldea. Hora tras hora, día tras día, Él toma el tiempo que pasamos esperando y lo convierte en un nido que nos impulsa a depender de Él. Poco a poco, empezamos a ver la espera no como un vacío carente de esperanza, sino como un pozo lleno de la presencia de Dios, deseoso de darnos esperanza en grandes dosis.
Próximos pasos
- La próxima vez que te encuentres esperando en las cajas del supermercado, al teléfono con el servicio de atención al cliente, en el tráfico... enmarca ese tiempo aparentemente perdido como una práctica para esperar en Dios. Vuelve a centrarte en Él.
- Lee Romanos 5:3-5 y reflexiona sobre las maneras en que Dios utiliza tus tiempos de espera para producir en ti perseverancia y formar tu carácter.