Ahora y todavía no

Lindsey Jodts, Pastora de Grupos, South Barrington | 25 de septiembre de 2023

Pero el día del Señor llegará como un ladrón. Los cielos desaparecerán con un estruendo; los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra y todo lo que en ella se hace quedarán al descubierto. Puesto que todo será destruido de este modo, ¿qué clase de personas debéis ser? Debéis vivir una vida santa y piadosa mientras esperáis el día de Dios y aceleráis su llegada. Ese día se producirá la destrucción de los cielos por el fuego, y los elementos se derretirán en el calor. Pero de acuerdo con su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, donde habite la justicia. Así pues, queridos amigos, ya que esperáis esto, esforzaos por ser hallados sin mancha, irreprensibles y en paz con él.
2 Pedro 3:10-14

Una vez, al preguntarle los fariseos cuándo vendría el reino de Dios, Jesús respondió: "La venida del reino de Dios no es algo que se pueda observar, ni la gente dirá: "Aquí está" o "Allí está", porque el reino de Dios está en medio de vosotros."
Lucas 17:20-21


Hace poco asistí a un retiro espiritual en un centro de retiro jesuita. La pieza central de la capilla donde celebramos una de nuestras experiencias de oración prolongada era un hermoso crucifijo diseñado a medida, que servía tanto de icono litúrgico como de obra de arte contemplativa. Uno de los anfitriones del retiro, un sacerdote jesuita, nos orientó sobre el espacio, mostrando con orgullo su hermosa casa e invitándonos a encontrar consuelo y sacralidad en ella. Dedicó tiempo a reflexionar sobre el crucifijo y su importancia en su tradición religiosa. 

Mientras que los evangélicos tienden a centrarse en la cruz vacía -Jesús resucitado-, los católicos (entre los que se incluyen los jesuitas) tienden a dedicar tiempo a reflexionar sobre la cruz con Cristo todavía presente. Mientras el sacerdote reflexionaba sobre su perspectiva, nos recordó lo que representa este Cristo crucificado y aún presente: la compleja realidad de que vivimos en un tiempo intermedio entre el ahora y el todavía-no. Cristo ha resucitado, y ahora tenemos acceso a la presencia de Dios a través del Espíritu Santo. No tenemos que esperar a que se cumpla la promesa de un Mesías redentor. Pero aún no experimentamos la plenitud del reino de Dios en la tierra, tal como será en la segunda venida de Cristo.

Esta es la tensión. El ahora. El todavía no. Nosotros, justo en medio, celebrando los nuevos nacimientos junto a las pérdidas, el perdón junto al desamor, la generosidad junto a la injusticia. 

Pero cuando Jesús hablaba del cielo, no era sólo en el todavía no del Apocalipsis. Era en el ahora. "El reino de Dios está en medio de vosotros". Esta declaración se produce en medio de sus curaciones y narraciones, de sus interacciones con la gente corriente de Israel. ¿Por qué? Porque, para Jesús, el reino de Dios, el cielo, era algo que podía experimentarse ahora. Miró a su alrededor y vio la oportunidad de invitar al reino a todos los que encontraba. 

Para algunos, como el hombre rico (Lucas 16), se trataba de vivir con generosidad. Para otros, se trataba de abogar por la justicia (Lucas 18:1-8). En repetidas ocasiones, Jesús curó a los enfermos, dio esperanza a los afligidos, justicia a los oprimidos y reprendió a los que abusaban del poder. La imaginación de Jesús para el cielo no se limitaba a lo que será, sino a lo que era posible aquí y ahora. Esa es la llamada: traer el cielo, el reino de Dios, al aquí y ahora. Hacer que el ahora se parezca más al todavía-no.

Próximos pasos 

¿En qué lugar puedes contribuir a traer el cielo al aquí y al ahora? ¿Hay alguna persona en tu vida que necesite consuelo? ¿Quizás una situación que necesite gracia, o una injusticia que necesite comprensión? Dedica un tiempo a reflexionar y a rezar específicamente por esa persona o situación.