Cuando el favor parece injusto
Dan Lovaglia, pastor del campamento, Camp Paradise | 11 de agosto de 2023

“Hijo mío —dijo el padre—, siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. Pero teníamos que celebrar y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado.”
– Lucas 15:31-32
Alegraos con los que se alegran, y llorad con los que lloran.
– Romanos 12:15
Todos queremos ser aceptados. Es parte de la naturaleza humana. Desafortunadamente, también es parte de la naturaleza humana comparar y competir. Es muy fácil que el orgullo, la envidia y los celos dominen nuestras relaciones. Y así, nuestro anhelo universal de aceptación se mantiene hasta que alguien que no consideramos digno entra en la habitación.
Aunque digamos o hagamos lo correcto en el momento, eso no significa que nuestro corazón esté contento. Tú y yo necesitamos perspectiva, guía y herramientas para saber cómo reaccionar cuando el favor parece injusto, y la historia de Jesús sobre el hijo pródigo es un buen punto de partida.
Cuando el hijo menor, desobediente, regresó, su padre corrió con entusiasmo hacia él y lo recibió con los brazos abiertos. Entonces llegó la hora de la fiesta. Tristemente, el corazón de su hermano mayor se quedó estancado. No podía superar su exigencia de justicia para celebrar el perdón. Fue entonces cuando el padre, con gracia, intervino para recordarles a todos que su favor es universal, gratuito y abundante. La gracia no necesita sentirse justa para que seamos agradecidos.
Me encanta que el padre diga: " Teníamos que celebrar". Sí, había una opción para regocijarse, pero también interviene el orden divino. La mejor respuesta al encontrar algo perdido —monedas, ovejas o hijos— es la alegría y la celebración. Si nos fijamos bien, hay dos hijos perdidos en esta historia. Uno se fue de casa y regresó arrepentido; el otro se quedó en casa con el corazón endurecido. Impulsado por un amor incondicional, el padre aceptó a ambos hijos y nos mostró un mejor camino a seguir también a nosotros.
Cuando el favor se siente injusto, es fácil expresar frustración en lugar de gratitud. Piensa en la última vez que te resististe a celebrar la bendición divina o la transformación de alguien. ¿Por qué agradecemos a Dios por ser bueno con nosotros y cuestionamos su generosidad hacia los demás? La buena noticia es que el Padre celestial nos recibe con los brazos abiertos, sea cual sea nuestro estado de ánimo. Una vez que reconocemos esto, podemos tomar medidas para amar a quienes nos rodean cuando el favor se siente injusto.
Próximos pasos
Poner en práctica Romanos 12:15 es una manera fantástica de dejar que Dios te ablande el corazón hacia las personas. ¿Con quién quiere el Señor que te regocijes? ¿Con quién te invita a llorar? Permítete dejar de lado la justicia para que puedas celebrar el favor de Dios hacia quien Él quiera recibir en casa.