No Silencio

Colton Curry, Director de Asociaciones Estratégicas, Central C&J | 2 de agosto de 2023


El día que te mantuviste al margen

    mientras extraños se llevaban sus riquezas

y los extranjeros entraron por sus puertas

    y echaron a suertes Jerusalén,

    eras como uno de ellos.

Abdías 11

En el libro de Abdías, aprendemos sobre la nación de Edom y sus acciones durante la invasión babilónica. Cuando la calamidad golpeó a sus vecinos, el pueblo de Edom optó por permanecer pasivo, sin hacer nada para ayudar a los necesitados. Su indiferencia ante el sufrimiento ajeno les llevó a recibir un duro mensaje de Dios. Este relato bíblico nos enseña una lección esencial: cuando no hacemos nada ante la injusticia, nos convertimos en cómplices del dolor y el sufrimiento de los demás.

En Abdías 11, el Señor dice: "El día que te mantuviste al margen, el día que extraños se llevaron sus riquezas y extranjeros entraron por sus puertas y echaron suertes sobre Jerusalén, fuiste como uno de ellos". Las palabras de Dios a Edom nos recuerdan que la indiferencia no es neutral; nos alinea con quienes perpetran la injusticia. Cuando no actuamos ante la opresión y el sufrimiento, no estamos a la altura de nuestra vocación como seguidores de Cristo. El silencio es violencia.

Este mensaje intemporal de Abdías también resuena en nuestra realidad actual. El silencio puede ser tan dañino como las acciones de los opresores. Cuando hacemos la vista gorda ante la injusticia y decidimos no hablar en favor de los marginados, perpetuamos el ciclo del sufrimiento. No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras nuestros hermanos y hermanas sufren bajo el peso de la discriminación y los prejuicios. Por el contrario, debemos adoptar una postura y utilizar nuestras voces y acciones para lograr un cambio positivo.

Al igual que Dios no guardó silencio ante la violencia sufrida por su pueblo durante la invasión babilónica, nosotros no debemos ser indiferentes ante el dolor experimentado por otros. Debemos empatizar, escuchar y apoyar activamente a quienes sufren injusticias. Al hacerlo, encarnamos el amor de Cristo y cumplimos nuestro propósito como seguidores suyos.

Recordemos la lección de Abdías: si no hacemos nada, nos convertimos en los perpetradores. Por el contrario, seamos una fuerza del bien, trabajando activamente junto a Dios por un mundo en el que prevalezcan el amor, la compasión y la justicia. Juntos, como comunidad de fe, podemos marcar la diferencia y ser un faro de esperanza para los necesitados.

Próximos pasos 

¿De qué manera la historia de la inacción de Edom durante la invasión babilónica resuena con tu propia vida? ¿Qué está moviendo Dios en tu corazón en este momento? Dedica un tiempo a reflexionar en silencio. ¿Qué te pide Dios que hagas? ¿Te vienen a la mente movimientos de compasión y justicia? Piensa cómo vas a responder.

El ministerio de Compasión y Justicia de WIllow ofrece una variedad de formas de servir de esta manera. Compruébelo aquí