Nunca es demasiado pronto para dar la vuelta

Dan Lovaglia, pastor del campamento, Camp Paradise | 22 de agosto de 2023

Me pondré en camino y volveré a mi padre, y le diré: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros”. Así que se levantó y fue a su padre. Pero cuando aún estaba lejos, su padre lo vio y se compadeció de él; corrió hacia su hijo, lo abrazó y lo besó.
Lucas 15:18-20


Cuando nos perdemos en el bosque, el camino de ida es más largo que el de vuelta. Es fácil partir solos, ya sea para perseguir un deseo o para escapar de la realidad. Podemos empezar por el buen camino, pero a menudo terminamos buscando algo que no nos conviene. ¿El resultado? Terminamos lejos de casa, lejos de la ayuda y lejos de la esperanza. El camino de vuelta está ahí mismo, pero como el hijo pródigo, nos preguntamos si es demasiado tarde para dar marcha atrás. La verdad es que nunca es demasiado pronto para dar marcha atrás.

Los humanos somos conocidos por huir de Dios, de nosotros mismos y/o de la comunidad. El músico Frank Sinatra dio en el clavo con su canción: "¡Lo hice a mi manera!". Así es como preferimos actuar, sin importar las consecuencias en la vida real. Se necesita mucho —normalmente muchos errores y dolor— para que las personas tengan la humildad y el coraje de admitir que nos equivocamos. Incluso cuando hemos pasado por un mal camino antes, de alguna manera pasamos por alto las señales reveladoras de que el arrepentimiento, la vergüenza y el dolor están a la vuelta de la esquina. Pregúntale a cualquier adicto en recuperación, persona casada, padre, madre, empleado, estudiante universitario o persona mayor (bueno, ¡a cualquiera, en realidad!). No necesitas mucha experiencia vital para recordar una ocasión en la que deberías haber cambiado antes.

El momento decisivo del hijo pródigo llegó en su punto más bajo, pero imagino que no era la primera vez que consideraba regresar a casa durante sus aventuras egoístas. Finalmente, se dio cuenta de su error y regresó a rastras con su familia. Me impresiona que el hijo estuviera preparado para una reprimenda y duras consecuencias, pero su padre lo sorprendió con un amor desmedido y una fiesta en la cuadra. Basándonos en todo lo que Jesús enseña sobre el Padre celestial, podemos suponer que lo mismo ocurriría si el hijo regresara a casa inmediatamente o más adelante.

Hoy, tú y yo vamos a cometer errores. Quizás incluso lo veamos venir. Deja que esta historia del hijo pródigo fortalezca tu disposición a buscar ayuda y, si es necesario, a pedir perdón cuanto antes. Aunque te sientas avergonzado, nunca es demasiado pronto para cambiar de actitud.

Próximos pasos 

Dios promete en 1 Juan 1:9 perdonarnos por completo si le confesamos nuestras faltas. Santiago 5:16 es claro al afirmar que podemos sanar al compartir nuestros errores con otros. Dedica un tiempo hoy a conectar con tu Padre celestial y un amigo cercano sobre algo que te pesa en el corazón o un pecado en el que te sientes atrapado.