Deprisa

Lindsey Zarob, Directora de Contenidos de Next Steps | 9 de agosto de 2023

El más joven dijo a su padre: 'Padre, dame mi parte de la herencia'. Así que repartió sus bienes entre los dos. Poco después, el hijo menor reunió todo lo que tenía, se marchó a un país lejano y allí malgastó sus riquezas en una vida desenfrenada.

- Lucas 15:12-13

Una herencia reclamada demasiado pronto
no será bendecida al final.

- Proverbios 20:21


Me parece increíble que tres hijos de los mismos padres sean tan diferentes. En nuestra casa, una de las formas en que esto es más evidente es la forma en que mis hijos manejan el dinero.

Mi mediana es la ahorradora por excelencia. Rara vez gasta su dinero, y si lo hace, ha pensado largo y tendido qué hacer con él. Mi hija menor es una "multiplicadora". Lo hace intentando combinar su dinero con el de su hermana para hacer cosas más grandes. Ya lo ha conseguido algunas veces. Mi mayor, en cambio, le da sentido a "ese dinero te está quemando el bolsillo". Antes de que su hermana haya echado las monedas en su hucha, él ya ha pensado dónde va a gastar las suyas. 

El problema es que pueden ser decisiones precipitadas y poco meditadas. Por ejemplo, en cuanto tuvo dinero de un exitoso puesto de limonada combinado con algo de su cumpleaños, tuvo que pensar inmediatamente en qué gastarlo. Inmediatamente pensó en un nuevo mando de videojuegos. Pero cuando sumó lo que tenía y lo comparó con lo que costaba, se dio cuenta de que no tenía suficiente. En lugar de esperar a ahorrar más y comprar un mando realmente bonito, buscó el más barato que podía permitirse. 

Mi marido y yo sabíamos que este mando sería un fracaso. Pero se lo dejamos comprar de todos modos, y teníamos razón. No duró mucho hasta que se rompió. 

La siguiente vez que tuvo dinero suficiente para tomar la decisión de comprar algo de valor, corrió hacia otro sustituto barato. Esta vez discutimos lo que había pasado la vez anterior con el mando. Entonces le reté: "¿Y si esperas 48 horas?". Le dije: "Sé que a menudo, cuando siento que de repente necesito algo con tanta urgencia, si me quedo con esa sensación durante unos días, normalmente ya no lo necesito". Para mi sorpresa, estuvo de acuerdo. Y para alegría de mis padres, ¡funcionó! Al cabo de un día, sin ningún tipo de insistencia, me dijo: "Mamá, ¿sabes qué? Ya no lo quiero". 

Me pregunto si el Hijo Pródigo tuvo el mismo dilema que mi hijo. Con las prisas, sustituyó lo más valioso por un sucedáneo barato: su herencia por encima del amor y la presencia de su padre. 

A menudo pensamos que necesitamos algo -una relación determinada, un puesto en el trabajo o una posesión material-, cuando en realidad lo que anhelamos es algo más profundo. Con las prisas, corremos hacia las cosas que creemos que nos satisfarán. Pero si nos tomamos el tiempo necesario, como hizo mi hijo, quizá veamos que la necesidad que sentimos es pasajera y que hay algo más grande a lo que podemos aferrarnos. 

Próximos pasos 

Dedica un tiempo a reflexionar. ¿Hay sustitutos baratos que hayas aceptado en tu vida? Identificarlos es un primer paso muy bueno para encontrar la cosa más grande a la que aferrarse, Jesús.