Tesoro

Nancy Hatcher, escritora voluntaria, South Barrington | 12 de julio de 2023


"No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y las alimañas destruyen y donde los ladrones entran a robar, sino haceos tesoros en el cielo, donde la polilla y las alimañas no destruyen y donde los ladrones no entran a robar. En cambio, acumulad para vosotros tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni las alimañas destruyen, y donde los ladrones no entran ni roban.Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón." 

Mateo 6:19-21

¿Qué palabra suele ir en segundo lugar en esta frase? Enterrado ______.

El verano parece sacar el pirata que llevo dentro. No conozco a ningún niño al que no le guste buscar un tesoro enterrado o encontrar un fósil, una concha de colores o una punta de flecha en una acampada. 

A los doce años empecé a trabajar para ganarme la vida: de canguro. Mi idea de tesoro cambió. Guardaba mis montones de verdes y los atesoraba, encontrando un nuevo escondite para mi alijo cada semana, viviendo con el miedo de que mis hermanas me robaran el tesoro. Nunca gastaba, sólo acumulaba. 

Hace poco hice una encuesta entre cuatro adultos y les pregunté qué atesoraban cuando eran niños. Uno de mis amigos valoraba su maquinaria agrícola de juguete porque sus abuelos eran granjeros, otro dijo que su casa de campo familiar, donde pasaban todos los veranos, y la respuesta de otro fue el guante de catcher de su tío cuando se acabaron sus días de juego. Otra apreciaba la ropa para muñecas que su abuela diseñaba y cosía. 

¿Significa la escritura anterior que no debemos atesorar cosas tangibles? ¿Está diciendo Jesús que no debemos disfrutar de nuestros placeres y posesiones?

No, no lo es.  

Pero sí da consejos sobre atesorar cosas que no durarán. 

Al repasar la encuesta de mis amigos, me di cuenta de algo muy importante. Las cosas que cada uno de ellos atesoraba y recordaba tenían algo en común: las cosas que atesoraban eran las representaciones físicas de las relaciones que apreciaban. Y en la raíz de todas esas relaciones estaba el amor. 

Con el tiempo, mi yo de 12 años aprendería que ninguna pila de verduras se compararía con la fuente del amor: Jesús. Es Él, el Amor, quien me perdona y me sostiene. Él es nuestro tesoro en la Tierra: vive y respira en nosotros y a través de nosotros. Por eso, las relaciones no deben basarse en cosas efímeras, sino en Dios y en su misión para con nosotros. 

Muchos me han coreado esta frase a lo largo de los años: "No puedes llevártelo contigo". 

Pero puedes llevarte a Jesús contigo; Jesús no es un tesoro enterrado. Está vivo. Y Él es el único tesoro que dura para siempre.

Próximos pasos 

Dedica algún tiempo a reflexionar sobre lo que atesoras en la vida. ¿Le das más valor a las cosas o a las personas? ¿Qué lugar ocupa Jesús en todo esto? 

Profundizar

Coge de nuevo ese impreso o tu Biblia. Hoy, marca las fases de transición que veas en el texto y luego dedica unos minutos a resumir el capítulo en unas pocas frases.