Unidad, no uniformidad

Cass Curry, Pastor de Estrategia de Grupos Centrales, South Barrington | 30 de junio de 2023


Él le respondió: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?" Señalando a sus discípulos, dijo: "Aquí están mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre".

Mateo 12:48-50

Hay algo para lo que la gente no te prepara cuando te casas: no sólo te casas con una persona, sino que te casas con una familia. Cuando mi marido y yo nos casamos, no pensamos en que el matrimonio también daría a luz a una nueva familia: los dos crearíamos una visión compartida de nuestra familia que informaría nuestras decisiones. 

¿La otra cosa para la que no estábamos preparados? Que, a menudo, esta visión diferiría radicalmente de la de nuestra familia.

Aunque podemos bromear sobre la disonancia que hemos sentido a lo largo de los años, más agudamente alrededor de la mesa de Acción de Gracias, hubo muchas temporadas de soledad, culpa y aislamiento de nuestra familia mientras sentíamos esta creciente brecha. ¿Cómo podía una familia cristiana seguir tan dividida cuando todos queríamos seguir a Jesús?

Estoy seguro de que usted mismo ha sentido alguna de estas fricciones, tal vez en su familia de origen o en la gran familia de los creyentes. Porque al igual que en el matrimonio dos familias se convierten en una, en Cristo somos una nueva familia, compuesta por un cuerpo diverso de creyentes que a menudo no se ven cara a cara.

Lo interesante de nuestro pasaje de hoy es que Jesús señala a sus discípulos para redefinir la familia. Cuando nos detenemos y miramos más de cerca, nos acordamos de lo diferentes que eran los discípulos de Jesús. Ellos también tenían divisiones políticas, socioeconómicas y teológicas. 

Por ejemplo, Mateo y Simón. Mateo era un recaudador de impuestos, un hombre de gobierno de los pies a la cabeza, mientras que Simón era conocido como el Zelote, un revolucionario radical que estaba en contra del sistema. Cuando Jesús señala la visión de la familia en su Reino, señala a polos opuestos que en cualquier otra situación no tendrían nada que ver.

Sin embargo, Jesús es tan convincente que puede sanar brechas aparentemente insalvables. En la familia de Jesús, podemos mantener nuestros trasfondos y convicciones únicos, y aun así ser uno en Él. El objetivo es la unidad, no la uniformidad. Creo que mantener esta tensión seguirá causándonos fricciones a este lado del cielo. Pero Jesús nos está llamando a profundizar en la unidad de Su familia, y es por Su poder que veremos sanación donde hay dolor, amor donde hay amargura, y unidad donde hay división. Que Dios nos conceda el valor y la humildad para caminar en esta llamada hacia una mayor unidad.

Próximos pasos 

Me pregunto si hay relaciones en tu vida que necesitan esta sanación radical. Tal vez has descartado a alguien o has considerado irredimibles ciertas relaciones, ya sea en tu familia o en la gran familia de creyentes. Aunque Jesús no nos llama a abandonar los límites saludables, sí nos llama a una búsqueda continua de la unidad a través de Él. ¿Cómo podría Él sanar la división en tu propia vida?

Profundizar

Hoy concluye nuestra cuarta semana en el libro de Mateo. Como hemos venido haciendo, repasemos una vez más el capítulo. ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de la semana? Considera la posibilidad de memorizar el versículo que más te llame la atención. Si eres más creativo, piensa en cómo puedes transmitir artísticamente lo que Dios te ha enseñado esta semana, tal vez mediante un dibujo o con palabras. Luego, tómate un tiempo para orar y pedirle a Dios que te muestre cómo este capítulo de la Biblia habla de tu situación actual en la vida.