Las normas
Jennifer Lim, escritora voluntaria, South Barrington | 12 de junio de 2023
Entonces Jesús dijo a la gente y a sus discípulos: "Los maestros de la ley religiosa y los fariseos son los intérpretes oficiales de la ley de Moisés. Practiquen y obedezcan lo que ellos les digan, pero no sigan su ejemplo. Porque ellos no practican lo que enseñan. Aplastan a la gente con exigencias religiosas insoportables y nunca mueven un dedo para aliviar la carga."
Mateo 23:1-4
Como madre de dos niños muy pequeños, en nuestra casa hay mucho de lo que podríamos llamar "poner límites".
"No, no lamas la suela de tu zapato. Eso es asqueroso".
"Tus calzoncillos no son un sombrero, por favor, póntelos correctamente".
En general, la esperanza de la mayoría de los padres es que cuando las normas son buenas y se cumplen correctamente, permiten cosas buenas. Por ejemplo, al ordenar a mi hijo que no se lama la suela de los zapatos, espero que no coja un virus estomacal que le haga enfermar, de modo que su cuerpo y su mente sean libres para disfrutar de la vida y jugar.
Sin embargo, de vez en cuando me encuentro a mí misma poniendo "normas" o "límites" arbitrarios que suponen una carga innecesaria para mis hijos. Esto suele ocurrir cuando me enfado, por comodidad o para evitar la vergüenza.
"Deja de hacer eso. Es vergonzoso".
"¿Por qué haces eso? Todo el mundo nos está mirando".
En el momento equivocado, palabras como éstas hacen recaer sobre mis hijos la carga de mis propios pecados e inseguridades.
Los líderes religiosos de la época de Jesús tenían la convicción religiosa de creer que defendían la ley de Moisés. Su celo por que todo el pueblo de Israel cumpliera la ley les llevó a imponer restricción tras restricción hasta que, como dijo Jesús de forma tan aguda, "aplastaban a la gente con exigencias religiosas insoportables y nunca movían un dedo para aliviar la carga."
Esto contrasta con escrituras como el Salmo 119, donde el poeta escribe: "Alegres son las personas íntegras que siguen la instrucción del Señor. Dichosos los que obedecen sus leyes y lo buscan de todo corazón" (vs. 1-2). En lugar de ser una barrera para entablar una relación con Dios, la ley debía ser un puente, una forma de mantener y disfrutar de esa relación. No sólo debía enriquecer nuestra relación con Dios, sino también nuestras relaciones con las personas que nos rodean. Los fariseos no lo entendieron, pero nosotros no tenemos por qué hacerlo.
Próximos pasos
- Tómate un momento para reflexionar sobre tu familia de origen. ¿Había o hay alguna norma en tu casa que no tuviera mucho sentido ahora que lo piensas? ¿Cuál crees que era la motivación detrás de esa norma?
- ¿Cuáles son algunas de las normas, valores y filosofías de tu hogar? Si puedes, escríbelas. Tómate un tiempo para repasarlas con Dios, pidiéndole guía, sabiduría y discernimiento para alinearlas con lo que Él valora.
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