Palabras vacías
Ed Miskovic, Escritor Voluntario, Huntley | 29 de junio de 2023
Cría de víboras, ¿cómo podéis decir algo bueno vosotros que sois malos? Porque de lo que está lleno el corazón, habla la boca. Pero yo os digo que cada uno tendrá que dar cuenta en el día del juicio de toda palabra vacía que haya pronunciado. Porque por tus palabras serás absuelto, y por tus palabras serás condenado.
Mateo 12:34-37
Jesús nos consuela y, al mismo tiempo, nos advierte en Mateo 12:37: "Porque por vuestras palabras seréis absueltos, y por vuestras palabras seréis condenados".
Las palabras pueden dar vida a una situación. Otras veces, pueden provocar un incendio forestal de problemas para ti y los tuyos. Recuerdo una ocasión en la que hablé por teléfono por teléfono con una administrativa sobre la dilación de su jefe. Anotó mis palabras y, momentos después, las utilizó en mi contra.
El Vicepresidente volvió a llamarme. Poco después, me dieron cinco meses para encontrar un puesto "más adecuado" en otro lugar. Mi familia sufrió durante meses por esa pérdida de empleo: el precio de unas palabras vacías.
Quizá no hayas cometido el error que yo cometí al decir en voz alta lo que pensabas, pero ¿qué pasaría si, un día cualquiera, todo lo que dijeras fuera grabado y transmitido por Internet? ¿Qué revelarían tus palabras sobre tu mundo más íntimo y privado? ¿Querrías oír lo que has dicho? "Porque la boca dice lo que el corazón contiene" (v. 34). Todos tenemos de vez en cuando una actitud farisaica: orgullo, engaño o necesidad de poder.
Pero en el versículo 35, Jesús añade: "El hombre bueno saca cosas buenas de lo bueno guardado en él." En el velatorio de mi padre, de 80 años, me sorprendió oír tantas cosas buenas sobre su vida. Algunos hablaban de sus palabras alentadoras, otros contaban historias sobre su generosidad y su cálida aceptación de las personas diferentes. Oír estas cosas buenas me motivó a cambiar. De eso hace ya 25 años. Lo que mi padre llevaba en el corazón pareció plantar una semilla que empezó a brotar en el mío.
La mejor de nuestras palabras, como suaves lluvias primaverales, alimenta la bondad y la compasión hacia la acción en quienes nos rodean. Una vez desafié a un pequeño grupo a encontrar a un vecino que necesitara ayuda y buscar formas de satisfacer sus necesidades. Lo hicimos y les dimos una tarjeta regalo para la compra antes de Acción de Gracias. Las palabras les motivaron a amar a su prójimo. Fue un buen día.
Próximos pasos
¿Tiene curiosidad por lo que dice? Reflexione sobre las conversaciones que ha mantenido en las últimas 24 a 48 horas. Pregúntate: ¿mi tono ha sido comprensivo o crítico, mi ritmo reflexivo o descuidado, mi volumen atento o despectivo? ¿En qué aspectos reflejé mi corazón? ¿En qué aspectos no lo hice? Dedica un rato a rezar y pide a Dios que te encuentre en esos lugares.
Profundizar
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