Tu corazón no debe estar en una cámara acorazada

Dan Lovaglia | 21 de febrero de 2023


Al oír esto, Jesús le dijo: "Todavía te falta una cosa. Vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Entonces, ven y sígueme". Al oír esto, se puso muy triste, porque era muy rico. Jesús le miró y le dijo: "¡Qué difícil es para los ricos entrar en el Reino de Dios!

Lucas 18:22-24

Es desgarrador ver cómo el joven rico con el que se encontró Jesús fracasa en la prueba de la riqueza. Me gustaría pensar que yo respondería de manera diferente, pero honestamente, estoy bastante atado a mi dinero, recursos, tiempo y tesoros terrenales. Incluso cuando pienso que estoy siendo generoso, son centavos comparados con invertir todo mi corazón para seguir a Cristo.

Supongo que la gran pregunta para ti y para mí a partir de este pasaje es la siguiente: "¿Qué nos impide venderlo todo?". La pregunta de Jesús es realmente directa y sencilla, aunque a nosotros no nos lo parezca. Al igual que el hombre rico con el que se quedó mirando, nos cuesta dejarlo todo porque no es sólo nuestro dinero lo que está guardado en una cámara acorazada, sino nuestro corazón.

Si hace tiempo que no lees Proverbios 4:23, te animo a que te sumerjas en él mientras tomas una taza de café, té o chocolate. Tómate quince minutos para dejar que Dios hable a tu corazón a través de estas palabras: Por encima de todo, guarda tu corazón, porque todo lo que haces fluye de él.

Cuando pienso en el desafío de Jesús a este joven, exitoso y casi perfecto guardián de los Diez Mandamientos, imagino los ojos de Cristo comunicando el corazón detrás de Proverbios 4:23. Se nos ordena buscar la vitalidad espiritual, no la autoprotección. Se nos ordena buscar la vitalidad espiritual, no la autoprotección. A diferencia del dinero, nuestro corazón no debe estar en una cámara acorazada, escondido de las emociones reales, de la gente real, de los problemas reales y de las necesidades reales. Jesús invita al joven rico a arriesgarlo todo para servir a Dios y a las personas que luchan por sobrevivir en este mundo.

No sabemos cómo termina la historia del hombre que se aleja de Jesús con el corazón triste y la cabeza gacha. Tampoco sabemos qué habría dicho Cristo si el hombre hubiera accedido a venderlo todo en el acto. Lo que sí sabemos es que la verdadera satisfacción requiere entrega y administración de los recursos que Dios nos da. Tú y yo podemos seguir a Cristo más plenamente si abrimos la caja fuerte para que nuestros corazones y nuestro dinero puedan ser Suyos.

Próximos pasos

  • Una forma de comprobar hasta qué punto tu corazón está atado al dinero es replantearte la forma en que dejas propina en un restaurante. ¿Cómo te sientes normalmente cuando llega el momento de añadir un porcentaje a la cuenta total? Prueba a doblar la cantidad la próxima vez que salgas y verás cómo al desbloquear tu cartera se abre tu corazón.
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