Cultivar la tierra de la alegría

Haley Bodine | 5 de diciembre de 2022


La felicidad. Esa palabra a veces parece una zanahoria colgando, ¿verdad? Todos la queremos. El marketing nos dice cómo comprarla. Los medios de comunicación nos dicen cómo parecerlo. Cualquiera que se haya lamentado alguna vez con John Mayer cantando su canción "Something's Missing" puede decirte que nuestras soluciones temporales no funcionan.

¿Es real la felicidad duradera? ¿O no es más que otro elusivo cuento de hadas que se nos escapa de vez en cuando?

La felicidad efímera se basa en experiencias y circunstancias favorables: un estado de ánimo basado en factores externos. Pero la felicidad duradera y sostenible, lo que la Biblia llama "alegría", es un estado interno del ser que no se ve afectado por lo externo. Ese tipo de felicidad -la alegría- sólo puede venir cuando nuestras raíces están plantadas en el suelo correcto de la verdad inmutable y de un Rey perfecto. 

Al igual que los árboles deben tener las raíces profundamente enterradas en un suelo sano y rico en nutrientes, nosotros necesitamos estar conectados a nuestra fuente de vida, cuidando de nuestros corazones, para experimentar la vida vibrante para la que Dios nos ha diseñado. Esa vitalidad sólo se encuentra en una relación con Él. A lo largo de la Biblia, vemos que Dios no se limitó a crearnos y luego nos abandonó a nuestra suerte. Nos creó para que le conociéramos y para sostenernos en una relación de amor con Él. 

Esta Navidad, mientras cantamos "Alegría al mundo, que la tierra reciba a su Rey", he aquí algunas maneras de permitir que la alegría se infiltre en tu vida: 

1. Reconoce tu necesidad de alegría. 2. Reconoce dónde falta. 

El primer paso para cultivar la alegría es reconocer dónde existe y dónde puede faltar. Abre la conversación con Dios. Confiesa tu necesidad de la alegría que Él ofrece a través de Su Hijo Jesús. Debemos admitir y reconocer nuestra necesidad genuina y que con demasiada frecuencia buscamos llenarla con las cosas equivocadas. 

2. Sea intencional en cultivar una relación profunda con Jesús.

Al igual que en las citas, decir simplemente "Hola" a alguien no basta para cultivar una relación profunda y significativa. Se necesita tiempo y un esfuerzo intencionado para conocer realmente a alguien. Es así con Jesús. Conocer a Jesús no se detiene en la presentación. Dedica un tiempo diario a abrir tu Biblia y leer despacio las palabras que Dios nos ha dicho. Ponla a prueba; la Palabra de Dios está viva y activa, y cuando nos encontramos con Su presencia, no podemos evitar ser cambiados.

Si el estudio de la Biblia es nuevo para ti, es normal que te resulte un poco desalentador y desconocido. Te recomiendo que empieces por el libro de Juan o el de Romanos y leas un capítulo al día, despacio y con curiosidad. 

3. Conectar con otras personas 

Encontrar y cultivar la comunidad entre otros seguidores de Cristo. No puedo insistir en la importancia de vivir la vida en comunidad, ya sea en una iglesia o en un estudio bíblico local. Se encuentra una rica alegría cuando sabes que te conocen y que no estás solo. 

4. Siga el rastro de Dios 

Lleva algún tipo de diario. No importa en qué punto de tu viaje te encuentres, tu vida no será perfecta de repente cuando te vuelvas a Jesús. Todavía habrá días difíciles, y habrá días en los que te preguntarás si vale la pena. Tengo enormes cajas llenas de diarios que he guardado durante los últimos 20 años que he caminado con Jesús. Cuando me siento desanimada o llena de dudas, miro esos diarios y veo la fidelidad de Dios a lo largo de mi vida. Es como una bebida energética que nos recuerda que, incluso cuando no podemos ver, Dios está con nosotros; está por nosotros, y ni por un momento nos ha abandonado. Releer las crónicas de cómo Dios ha obrado en mi vida puede revigorizar la alegría y la esperanza en nuestras vidas una y otra vez. 

En esta temporada, te ruego que hagas una pausa cada día para recibir la alegría del Rey. Feliz Navidad. Amén. 

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