Los brazos de la misericordia

Chris Hahn | 11 de octubre de 2022


Pero debido a su gran amor por nosotros, Dios, que es rico en misericordia, nos dio vida con Cristo aun cuando estábamos muertos en transgresiones: por gracia habéis sido salvados.

Efesios 2:4-5 

Tenía seis años y debería haberlo sabido. 

Mi hermano mayor y yo estábamos visitando a mis abuelos. Estábamos solos en el salón de la televisión disfrutando del flamante sofá y sillón de cuero que mi abuelo acababa de comprar para mi abuela. En la mesa junto al sillón había un abrecartas que parecía un puñal. Mi mente se aceleró mientras rodeaba el mango con mi manita y apuntillaba el aire. 

A mi hermano le hizo gracia y, para mi desgracia, cada vez que le parecía gracioso algo que yo hacía, subía la apuesta. Así que empecé a apuñalar el brazo de ese flamante sillón de cuero... repetidamente. (Haré una pausa hasta que dejes de sacudir la cabeza ante mí).

A mi hermano le gustaba esto. Tal vez sabía que terminaría en mi destrucción. 

Cuando mi madre descubrió lo que había hecho, pensé que seguramente era el fin de Christopher Kent Hahn. PERO .... Tuve una abuela misericordiosa que me agarró, me apartó de mi madre, que buscaba justicia, y se negó a soltarme hasta que mi madre accediera a no asesinarme... o a castigarme en absoluto. Todavía recuerdo las palabras: "Soy su madre", a lo que mi abuela respondió: "¡Y yo soy tu madre! No se le castiga".

Afortunadamente, mi misericordiosa abuela ganó y yo sobreviví, aunque merecía un castigo severo por mi ofensa. 

Nuestro Dios es un Padre amoroso y misericordioso. No hay ofensa demasiado grande para que Jesús la cubra. En su rica misericordia, Él siempre nos abrazará y nos alejará del acusador que busca el castigo. Así como en los brazos de mi abuela encontré misericordia impulsada por el amor, en los brazos de nuestro Padre encontramos misericordia impulsada por el amor. Porque nos ama, nos perdona. No recibimos lo que merecemos si nos rendimos a sus brazos de amor y recibimos su misericordia.

Próximos pasos

  • ¿Te resistes a los brazos de la misericordia por la vergüenza de tus actos despreciables? Descansa tranquilo, amigo mío, y entrégate a la misericordia de tu Padre, que ya se ha ocupado de tu castigo. 
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