La ofrenda de la viuda
Anne Rand | 12 de mayo de 2022

Al levantar la vista, Jesús vio a los ricos depositando sus ofrendas en el tesoro del templo. También vio a una viuda pobre depositar dos moneditas de cobre. «Les aseguro —dijo— que esta viuda pobre ha depositado más que todos los demás. Todos ellos dieron de sus riquezas; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía para vivir».
Lucas 21:1–4
¿Recuerdan el estribillo original del correo electrónico: "¡Tienes correo!"? Mi trabajo en Willow incluye recibir el correo dirigido a nuestro Ministerio de Prisiones, Cárceles y Reingreso. Y, ¡vaya!, cada vez que reviso la ranura del correo, digo: "¡Tenemos correo!".
Recibimos cientos de cartas al año de personas encarceladas. La mayoría son hermosas y sinceras cartas de agradecimiento; algunas son peticiones de oración; y otras son obras de arte, poesía y testimonios emotivos, cuidadosamente elaboradas. Pero las cartas que más me sorprenden son las que incluyen cheques. Sí, recibimos cheques de personas encarceladas cada semana. Las cantidades varían, pero la mayoría oscilan entre tres y diez dólares: un generoso regalo de personas cuyo salario mensual es inferior al que la mayoría de los niños reciben como asignación semanal.
Al sostener estos cheques en la mano, siento que estoy en tierra santa. Me encuentro cara a cara con la ofrenda de la viuda: una generosa ofrenda dada con motivos puros y una simple fidelidad. Una carta reciente de un joven decía: «Este es mi primer cheque de diezmo y quería que esta iglesia lo recibiera. Gracias por acordarse de nosotros en la cárcel». Otra carta decía: «Lamento que mi cheque haya bajado de cinco dólares a tres. Me han cambiado de trabajo en la cocina». Estas cartas me inspiran constantemente: su sencillez y su seriedad. ¿Tendría la fe para dar tres dólares, sabiendo que me podrían arrebatar el trabajo en cualquier momento?
La historia de la ofrenda de la viuda desafía nuestra perspectiva. Nos recuerda varias verdades aleccionadoras:
- Dios ve lo que nosotros pasamos por alto. La viuda tenía poco o ningún valor para los demás donantes, pero Dios la vio y conoció sus motivos. Su historia de generosidad perdura a través de los siglos.
- La escala de Dios es diferente a la nuestra. La cantidad en dólares importa poco si no hay amor ni sacrificio detrás del regalo.
- Dios busca nuestra fidelidad. ¿Confiaremos en que Él proveerá para nuestras necesidades cuando las finanzas o las circunstancias sean, en el mejor de los casos, precarias?
A veces, creo que nunca podré dar lo suficiente ni estar a la altura de los estándares de Dios. Pero Él mira el corazón, y de alguna manera, gracias a su amor y fidelidad, mi ofrenda —y la tuya— es suficiente.
Próximos pasos
- ¿Alguna vez has recibido un regalo que te implicó negarte a ti mismo y vivir sin nada? ¿Cómo te sentiste?
- ¿En qué área de tu vida Dios desafía tus motivaciones? ¿Se trata de tu dinero, tiempo o posesiones?