Compañeros de trabajo, el campo de Dios, el edificio de Dios
Moisés Almonte | 13 de mayo de 2022
Porque somos colaboradores al servicio de Dios; vosotros sois el campo de Dios, el edificio de Dios.
1 Corintios 3:9
La iglesia de Corinto no era perfecta. Como también ocurre en muchas iglesias contemporáneas, la abundancia de dones coexistía con la carnalidad, y la riqueza de la Palabra y el conocimiento con la división interna.
Sin embargo, Pablo reconoció que el testimonio sobre Cristo había sido confirmado en ellos. Eran "el campo de Dios" y "el edificio de Dios". Pablo tenía que corregir la visión que la iglesia tenía de sus líderes, a los que algunos percibían erróneamente como competidores.
Colaboradores en el servicio de Dios. ¿Qué buscaban Pablo y Apolos? Buscaban ministros humildes-diakonos (siervos)-comisionados por el Verdadero Maestro para las buenas obras. No tenía sentido verlos como competidores porque no eran responsables en última instancia de los actos de virtud. La verdadera virtud reside en el mensaje evangélico que enseñaban y en los actos redentores de la Cruz. Uno plantaba cuando era necesario, otro regaba cuando era necesario, pero el mérito del crecimiento pertenecía sólo a Dios. Estaban unidos en un esfuerzo común, bajo la dirección del mismo Dios y del mismo Espíritu. Tenían diferentes dones, capacidades, esfuerzos y voluntades, pero todos se movían en la misma dirección.
El campo de Dios. Además de la naturaleza y el papel de los líderes, también es necesario entender el carácter y el papel de la iglesia local. Si Pablo sembraba y Apolos regaba, ¿qué era la iglesia? Era, y es, una "tierra" cultivada espiritualmente y separada del desierto del mundo bajo el dominio de Satanás. Es un espacio donde se ha sembrado y regado el reino de Dios y donde los sembradores esperan verlo crecer, florecer y dar fruto espiritual. Si la iglesia no comprende su carácter y función, será difícil que cumpla su propósito y satisfaga las expectativas de Aquel que la creó.
El edificio de Dios. Pablo utiliza otra metáfora para la actividad de Dios en la iglesia local: el edificio. La construcción de la iglesia requiere poner los cimientos adecuados: la predicación clara del evangelio de Jesucristo. Sobre ese fundamento viene otra capa: los esfuerzos espirituales realizados bajo el poder y la dirección del Espíritu Santo.
Próximos pasos
- Reflexiona sobre lo que significa para Dios ser el único dueño del campo y del edificio que representa su iglesia.
- ¿Cómo influyen tus esfuerzos espirituales en el crecimiento de la iglesia de Dios?
- Piensa en al menos cinco líderes que Dios haya utilizado en tu camino de fe. ¿Cómo puedes agradecerles hoy?